sábado, 25 de agosto de 2007

III. MI TIO ENRIQUE

Mi bisabuelo materno, Felix Elorza Cortabarría, nació en 1835 en la villa de Oñate, provincia de Guipúzcoa de Vasconia, al norte de España. Fueron sus padres don Joaquín Elorza Mendizábal y doña María Josefa de Cortabarría. Muy joven quedó huérfano de padre. Felix Elorza Cortabarría es el tatara tataraabuelo o chozno de Uds.

Llegó a Chile en 1858, cumplidos los 27 años, estableciéndose en La Serena, donde se casó con doña Juana Díaz con quien tuvo tres hijos: Francisco, mi abuelo materno; Enrique, mi tío abuelo aventurero, y Felisa, la única mujer. Luego se trasladó a Mincha, pequeña ciudad de la Región de Atacama, donde desarrollo toda su vida familiar e industrial.


1. La sed de viajar
Enrique Elorza Díaz nació en La Serena en 1865 y vivió en Mincha toda su infancia. Al parecer todo su sueño de juventud era viajar por América, idea que su padre, ya viudo y vuelto a casar, vio con simpatía. Enrique tenía 23 ó 24 años cuando a fines de 1888, o principios de 1889, partió con un grupo de amigos, todos montados en mula, siguiendo más o menos la misma ruta que había seguido don Diego de Almagro, cuando vino desde el Perú, en 1536.

La caravana cruzó el desierto de Atacama, que es uno de los más inhóspitos lugares del planeta, donde nunca llueve, con calores enormes durante el día y fríos tremendos en la noche, con las piernas metidas hasta las rodillas en una arena fina que más parece polvo de talco. Todo esto para cruzar Los Andes hacia Argentina, por donde ahora está el ferrocarril de Antofagasta a Salta. Parece ser que el grupo pasó la frontera por el portezuelo de Socompa, a más de 4.000 metros de altura.

Esta fue la última vez en su vida que Enrique vio y pisó la tierra donde había nacido, pues jamás volvió a Chile

2. El Periplo de Enrique
Ya en Argentina anduvieron por las provincias de Salta y de Jujuy. Cruzaron el Río Bermejo y entraron a Bolivia, donde tuvieron dificultades con los indios que los mantuvieron presos varios días. Atravesaron, navegando, el Lago Titicaca y entraron en Perú. Tanto aquí, como en Bolivia, usaron llamas para cargar las maletas, mientras ellos iban a pie, no siendo posible usarlas para transportarlos, porque la carga máxima que estos animalitos pueden soportar, no pasa de los 40 kilos.

Enrique se separó de sus compañeros en el Perú, y de ahí siguió solo para recorrer Ecuador, Colombia, cada uno de los países de América Central, México, Estados Unidos en la parte de los Montes Rocallosos, que no es otra cosa que la continuación de la Cordillera de los Andes, o sea recorrió los Estados de California, Arizona, Nuevo México, Colorado y finalmente todo el territorio de Alaska, pocos años después de que fuera vendido por la Rusia de los Zares a los Estados Unidos.

Cuando se le acabó el continente, volvió para atrás y, al llegar a Panamá, Enrique estuvo un tiempo trabajando en la construcción del Canal cuando estaba dirigida por Lesseps. Ganaba una libra esterlina por día, lo que para la época era mucho dinero. Sin embargo la dureza del trabajo lo justificaba

3. Enrique se traslada a Brasil

De Panamá Enrique viajó a Costa Rica. De aquí el y varios compañeros con los que había hecho amistad en este país, decidieron viajar a Brasil. Tomaron un barco que cruzó el Mar de las Antillas, paró en Venezuela y en las Guayanas, llegando a Brasil en 1892. Desembarcó en el puerto de Santos donde se separó de sus compañeros. instalándose en la zona de Araraquarense, es decir dentro del Estado de São Paulo (principal productor de café en aquellos años.

Enrique era un hombre culto, leía mucho, sabía de muchas cosas, aunque nunca tuvo una educación formal. En cuanto a sus creencias o ideas políticas solamente existen indicios -no pruebas- de que perteneció a la masonería. Políticamente le interesaban las ideas socialistas y solía hablar de socialismo. Su pensamiento político era de izquierda, debido tal vez por su admiración por el régimen republicano en Brasil y por que los principales líderes del republicanismo eran masones, como Quintino Bocaiuva, Francisco Glicerio, Lobo, y otros, a tal punto que la revolución republicana era casi una revolución masónica.

4. La familia de Enrique en Brasil
Sin duda que su establecimiento definitivo en el país estuvo influido fundamentalmente por su matrimonio con Asunta Lizi, que había nacido el 25 de abril de 1880, en Toscana (Italia), cerca de Florencia. Se casaron en 1894, cuando Asunta tenía solamente 14 años y Enrique ya había cumplido los 29. El matrimonio de Asunta y Enrique funcionó bien; salvo algunas peleas domésticas, generalmente de poca monta. Tuvieron 12 hijos, entre 1895, en que nació el primero, Enrique Elorza Filho, y la última, que fue Zoraida, nacida el 23 de noviembre de 1921.)

Enrique y su familia siempre vivieron en el Estado de São Paulo, principalmente en las pequeñas ciudades o poblados de Boa Esperanza, Ibitinga, Batalla y Pirajuí, situadas a unos 400 kilómetros de la capital, en plena zona cafetera. Fue en esta zona donde Enrique Elorza Díaz vivió dos tercios de su vida, justo en el centro del Estado de São Paulo, zona que se llama la Alta Araraquara.

5. Algunas características personales de Enrique

No perdió las del vasco, como raza, ni las del chileno, como nacionalidad. Tal vez lo que más define al vasco es la "cabeza dura", es la "teimosía", es ir siempre por el mismo camino. Enrique siempre vistió de negro, que ya en esos tiempos nadie usaba, pero que él usó hasta su muerte. Tenía una personalidad extraordinariamente fuerte. A la luz de todos los que lo veían era un excéntrico.

Sólo se sentaba a la mesa de chaqueta y corbata, y no permitía que nadie hablara durante la comida. No fue hombre abierto con sus hijos. No concedió a ellos una libertad de pensamiento y una independencia personal que él mismo se tomó ya a los 23 años, pues no se sabe que haya tenido dificultades con su padre para salir de Chile, recorrer todo el continente americano y establecerse definitivamente en Brasil, simplemente porque así lo quiso. Tenía una dignidad imponente. Hablaba poco, muy poco. Era sesudo, seco, patriarcal, no permitía que ningún hijo fumase delante de él, aún los mayores, no por salud, sino por "respeto".

Leía mucho. Periódicos, revistas, novelas, ensayos, historia, y como no tenía muchos libros, a veces los leía de nuevo. Leía varias veces el mismo libro. Enrique nunca se adaptó. Hablaba el portugués muy mal, con cargado acento extranjero, en este caso, chileno. Conversaba con muy poca gente. Nunca fumó, ni bebió. Tenía cara de pocos amigos, pero era sólo el exterior, porque por dentro era una bellísima persona. Estaba muy lejos de ser orgulloso, al contrario, ayudaba mucho a los humildes. Su gran esperanza era volver un día a Chile. Era generoso, pero cerrado, como una ostra. Así era el patriarca de los Elorza en Brasil. Mucha gente ha dicho que está convencida de que Enrique Elorza Díaz era un individuo superior, que no calzaba bien con la ignorancia generalizada que lo rodeaba.

6. La Pieza Secreta de la Casa
Tenía un cuarto en la casa, al que sólo él entraba. Siempre lo mantenía con llave. Allí guardaba sus escritos, sus libros, sus periódicos; allí estaban también las cartas que recibía y copias de las que escribía. Coleccionaba piedras a las que daba un gran valor, viviendo convencido de que eran muestras de minerales y de minas sólo por él conocidos y de gran riqueza. Tal vez, en parte, tuviese razón.

Cuando Enrique murió esta pieza fue profanada. La colección enorme de piedras y de muestras minerales fue dispersada y destruida. Como escribía mucho aunque nunca publicó nada, seguramente sobre asuntos políticos, sobre minería (que era un tema preferido para él, o sobre proyectos que tenía, amontonaba todo lo que iba escribiendo y lo guardaba, ordenadamente. Doña Asunta mandó quemar todo y no quedó ni siquiera una hoja para ver su letra. Es una pena, porque este cuarto representaba una parte importante de la vida de Enrique, especialmente en la época en que ya no trabajaba en el campo, pasando gran parte de su tiempo metido en él. En general, la gente simple tiene miedo de todo lo que no entiende, de esta fase misteriosa de Enrique Elorza Díaz, donde el hecho de ser masón juega un papel importante. Esta gente, que sentía recelo, miedo, desconfianza, duda, de esta parte, respiró aliviada cuando el fuego terminó con todo.

7. Las Enfermedades y la Muerte
Enrique tenía cataratas, de las que se operó en 1928, en la ciudad de São Paulo, adonde viajó con esta finalidad. Doña Asunta decía que las cataratas le vinieron de tanto leer cosas peligrosas e inútiles.

Más tarde, Enrique contrajo la malaria, o fiebre palúdica, que después de muchos años, y ocho crisis, lo llevó a la muerte. La enfermedad volvía siempre y atacaba el intestino. Pereció de disentería dijeron. Enrique Elorza Díaz murió en Pirajuí y está enterrado en el cementerio de la ciudad. Fue en 1948, cuando ya tenía 83 años. Murió suspirando por volver a Chile, donde nunca consiguió ir. Su esposa, Doña Asunta, como era bastante más joven, falleció en 1964, con 84 años, en la ciudad de Osvaldo Cruz (también en el Estado), siendo trasladada a Pirajuí, donde los dos descansan juntos.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Maravillosa Pagina: Mi Nombre es Soledad Lorza Caicedo. Vivo en Colombia y haciendo un trabajo debo remontarme a los orígenes de mi apellido, cree usted que definitivamente mi apellido inicial era Elorza? Agradecería Infinitamente su ayuda, Conservo el árbol genealógico de mi padre pero parte de un pueble sito Valluno Llamado Andaludia. Gracias por su ayuda. Mi correo electronico es: slorzaca55@yahoo.com